PIPO Y SUS PODERES

Había una vez un perro vagabundo llamado Pipo. Un día iba caminando por la calle esperando encontrar comida en los cubos de basura; de repente, vio algo brillar entre dos cubos, se acercó con cuidado y encontró un colgante con forma de hueso. Ayudándose de sus patitas lo colgó de su cuello, sintió un rayo que le entraba por la cabeza y le salía por la cola. Se dio cuenta de que podía hablar y lanzar rayos X por los ojos.
Cuando salió del callejón vio a un perro grandote robándole a otro perro mucho más pequeño un trozo de pollo que había encontrado en la basura. Pipo corrió hacia el perro grandote y se dio cuenta de que era el Rey de los perros matones, un perro muy malo y al que todos le tenían miedo.
Pipo se escondió rápidamente detrás de unas cajas, desde allí pudo ver que había unas maderas que tenían encima unos botes de pintura, debajo estaba el Rey de los matones. Pipo disparó entonces sus rayos X a las maderas, los botes de pintura se cayeron encima del Rey de los matones y se manchó todo el lomo con la mezcla de todos los colores, azul, verde, amarillo y naranja.
El rey de los matones se asustó y salió corriendo con todo aquel ruido. Al pasar por la calle los demás perros se reían de él, pues parecía un arco iris con pelo.
Desde aquel día todos los perros vagabundos vivieron tranquilos en aquel barrio, el Rey de los matones no volvió a molestarles, pues todos habían visto cómo se asustaba y cómo había huido del callejón, pintado como un payaso.
Todos los perros le dieron las gracias a Pipo por ser tan valiente, y nunca más tuvieron problemas en el barrio, porque Pipo con su colgante mágico ayudaba a todos los que lo necesitaban.

Enrique Yañez Marino. 9 años. Zaragoza.

El jurado considera que Enrique nos ha traído toda una historia de superhéroes con elementos de ciencia ficción. En este caso hablamos de un superhéroe perruno, PIPO, un animal justiciero dispuesto a ayudar al más desvalido y a enfrentarse contra el mal, pero utilizando armas muy originales. Unos simples botes de pintura son suficientes para vencer ni más ni menos que al Rey de los perros matones.
Todo un derroche de imaginación para un niño de 9 años (8 cuando envió el cuento).

¡Enhorabuena!