Una vez, cuando tenía seis años, vi en un libro una pequeña llave escondida entre las páginas 14 y 15, era una llave dorada con un dibujo de una flor, tenía pinta de ser antigua. Decidí preguntar a mis abuelos si sabían algo sobre la misteriosa llave. Ellos me dijeron que sí, que era para abrir una puerta que conducía a un mundo secreto, con flores y animales preciosos. Les pregunté cómo lo sabían. Contestaron que era una leyenda, la leyenda de Hans Keinsten, un explorador alemán que desapareció en ese mundo intentando ocultarlo de los ojos de la gente, porque sabía que si penetraban en él lo contaminarían del mismo modo que hacían normalmente con sus ciudades. Yo me pregunté dónde estaría aquella puerta y se me ocurrió mirar en el desván. ¡Allí estaba! Así que decidí entrar en ese mundo fantástico para conocerlo mejor, y me llevé la sorpresa de que sus habitantes me coronaron reina, cargo que sigo ejerciendo a día de hoy, porque todos confiaron en mí y supieron que siempre respetaría su mundo sin contaminar.
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Con este cuento finalizamos el curso de Escritura Creativa que desarrollo en el colegio Miguel Hernández de Crevillent. A partir de una frase de inicio (la que aparece en negrita y que corresponde al comienzo de "El principito"), los niños y niñas han ido estirando la historia hasta conseguir este simpático y fantástico relato. Hay que valorarles que lo han creado en clase, echando mano a su imaginación más inmediata, sin mucho pensar ni tiempo para desarrollarlo en casa. Un cuento de media hora en el que todos han colaborado y han disfrutado.
Es obra de Zaira Maciá, Aarón García, Sara Navarro, Yaiza Bravo, Mario Pérez, Elisabeth Mancebo, Nuria Mohamed, Clara Ferrández y Belén León.
Muy bien, chicas y chicos. ¡Hasta el próximo curso!
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