CAPÍTULO 4.- ABRIMOS EL COFRE
Se lo dije así,
de sopetón, porque las cosas importantes hay que decirlas sin muchos titubeos. Estábamos
en el patio a la hora del recreo, y Sandra llevaba un ganchito que le sujetaba un
mechón de pelo y evitaba de ese modo que le cayera sobre los ojos. Era de color
rosa y llevaba tres pequeñas flores.
—¿Cómo se llama
eso que llevas en el pelo? —le pregunté.
—Pasador —dijo
ella casi sin mirarme.
—¿Pasador? Yo
creía que era una horquilla.
—Qué antiguo
eres, Charli, las horquillas las llevan las abuelas en el moño.
—Ah, pues yo
necesito una.
Sandra comenzó a
reírse ruidosamente, con esa risa tonta que a veces me divierte y otras veces
me cabrea.
—¿Vas a hacerte
un moño? —quiso saber.
—Qué graciosita
eres, al final va a tener razón mi abuelo —le dije.
—¿Cómo dices?
—Nada, cosas
mías. Pues eso que necesito una horquilla.
—¿Y por qué no
se la pides a tu abuela?
—Porque mi
abuela no lleva moño, señora lista, mi abuela es moderna y lleva el pelo corto.
—Sí, claro, y de
punta —añadió ella riéndose de su propia gracia.
—Te lo digo en
serio, Sandra, necesito urgentemente una horquilla.
—¿Y se puede
saber para qué?
—Sí, claro, para
abrir un cofre de un tesoro.
Sandra me miró
fijamente sin decir ni una palabra y yo aproveché para seguir hablando.
—Es que la
cerradura del candado es muy pequeña y no consigo abrirla con nada, entonces he
pensado que introduciendo una horquilla podría hacer saltar el mecanismo.
Mi amiga
continuaba en el más absoluto silencio y me miraba con una atención extraña,
como si mi cara se transformara por momentos en la de un desconocido. Yo seguí
contándole:
—El cofre lo
encontré en el desierto fantasma. Menos mal que fui listo y metí las manos en
el agujero correcto porque si me hubiera equivocado, el desierto me habría
tragado como a un bocadillo.
Como Sandra
seguía medio hipnotizada le pregunté:
—¿Me crees?
¿Y sabéis lo que
me contestó? ¿Queréis saber lo que Sandra me dijo? Pues me dijo: «Claro que te
creo, Charli, si tú me lo cuentas yo me lo creo»...
.............
CAPÍTOL 4.- OBRIM EL COFRE
Li ho vaig dir així, de sobte, perquè les
coses importants cal dir-les sense molts titubejos. Estàvem al pati a l'hora
del descans, i Sandra portava un ganxet que li subjectava un floc de pèl i
evitava d'esta manera que li caiguera sobre els ulls. Era de color rosa i
portava tres xicotetes flors.
—Com s'anomena això que portes en el pèl? —li
vaig preguntar.
—Passador —va dir ella quasi sense mirar-me.
—Passador? Jo creia que era una agulla de ganxo.
—Que antic ets, Charli, les agulles de ganxo
les porten les iaies al monyo.
—Ah, doncs... jo necessite una.
Sandra va començar a riure sorollosament, amb
eixa rialla panoli que a vegades em divertix i altres vegades em cabreja.
—Vas a fer-te un monyo? —va voler saber.
—Què gracioseta ets, al final tindrà raó el
meu iaio —li vaig dir.
—Com dius?
—Res, coses meues. Doncs això, que necessite
una agulla de ganxo.
—I per què no la demanes a la teua iaia?
—Perquè la meua iaia no porta monyo, senyora
llesta, la meua iaia és moderna i porta el pèl curt.
—Sí, clar, i de punta —va afegir ella i es va
riure de la seua pròpia gràcia.
—T'ho dic seriosament, Sandra, necessite
urgentment una agulla de ganxo.
—I es pot saber per a què?
—Sí, clar, per a obrir un cofre d'un tresor.
Sandra em va mirar fixament sense dir ni una
paraula i jo vaig aprofitar per a continuar parlant.
—És que el pany del cadenat és molt xicotet i
no puc obrir-lo amb res, i he pensat que introduint una agulla de ganxo podria
fer botar el mecanisme.
La meua amiga continuava en el més absolut
silenci i em mirava amb una atenció estranya, com si la meua cara es
transformara per moments en la d'un desconegut. Jo vaig seguir contant-li.
—El cofre el vaig trobar al desert fantasma.
Encara sort que vaig ser llest i vaig ficar les mans en el clot correcte perquè
si m'haguera equivocat, el desert m'hauria engolit com un entrepà.
Com Sandra seguia mig hipnotitzada li vaig
preguntar:
—Em creus?
I sabeu el que em va contestar? Voleu saber
el que Sandra em va dir? Doncs em va dir: «Clar que et crec, Charli, si tu m'ho
contes jo m'ho crec»...
............
Este fragmento del capítulo 4, pertenece a CHARLI Y EL COFRE DEL TESORO, segunda parte de CHARLI Y LOS CINCO PELIGROS, ambas novelas disponibles en castellano y valenciano.
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