martes, 28 de octubre de 2014

EL VIEJO HOSPITAL

Mi aportación a Halloween es este cuento para los lectores más jóvenes (y para los mayores si se atreven).


Aquel edificio me daba miedo. Era una construcción muy antigua, casi en estado ruinoso, con puertas y ventanas desvencijadas y algunos grafitis en las paredes. Todavía recuerdo los cristales rotos del primer piso, puntiagudos, amenazantes como dientes de tiburón. Los vecinos del barrio decían que aquel edificio había pertenecido a un convento franciscano, y que más tarde, en tiempos de guerra, había cumplido las funciones de hospital, prestando auxilio a los centenares de heridos que dejaban las bombas.

Cada día pasaba por delante de aquella construcción un par de veces, en el trayecto que unía mi casa con el colegio y el colegio con mi casa. Cada día se me aceleraba el pulso cuando me encontraba cerca del viejo hospital, no quería ni mirarlo, pero al mismo tiempo me atraía como un imán.

Mis amigos aseguraban haber entrado en más de una ocasión al interior del inmueble y relataban con excitación todo lo que allí habían visto: camillas, botellas de suero sin ningún contenido ya, probetas, tubos de ensayo... Incluso uno de ellos juraba haber encontrado dentro de un pequeño cuartito bolsas con sangre seca y miembros humanos, como una pierna seccionada a la altura de la rodilla que le había impresionado especialmente porque, según él, su tamaño indicaba que había pertenecido a un niño.

Jamás me atreví a acompañarles en sus incursiones detectivescas al viejo hospital, no tenía valor. Me sudaban las manos y me faltaba el aire cada vez que pensaba que podía encontrarme dentro de aquel espacio, sin luz, rodeado de misterio y oscuridad, en un lugar donde había existido sufrimiento, dolor y muerte. Me imaginaba al niño sin pierna vagando por los pasillos del edificio, con los brazos extendidos hacia adelante, flotando por encima del suelo, con el rostro muy pálido y los ojos enrojecidos, pidiendo ayuda o buscando tal vez a su madre. Era una imagen que solo residía dentro de mi cabeza, pero que me atormentaba cada vez que cerraba los ojos.

Sin embargo, aquel lunes ocurrió. Fue al salir del colegio, a las cinco de la tarde. Era invierno y la claridad declinaba. Estaba solo, y al pasar junto al viejo hospital, sin saber muy bien por qué, sentí que alguien me llamaba desde el interior, que debía entrar. Y lo hice. Era inaudito. Tantas veces como había rechazado acompañar a mis amigos y allí estaba yo, absolutamente solo, con escasa luz natural y rodeado de sombras. Anduve con cautela por un largo pasillo. El silencio pesaba tanto que el sonido de mis pasos retumbaba en todo el edificio y me producía escalofríos. Algunas habitaciones, que quizás habían pertenecido a los heridos de guerra, permanecían cerradas y fui incapaz de abrirlas, pero se distinguía una al fondo del corredor que no tenía puerta y desprendía una luminosidad sobrenatural, como si el sol se hubiese colado por alguna de sus ventanas. Me acerqué despacio, evitando producir cualquier ruido, ni siquiera el de mi respiración, que contuve como si fuera a sumergirme en el mar. Entonces lo vi. No podría asegurar que fuera el niño, pero vi una figura humana, de pequeña estatura, que se escapaba de aquel foco de luz y se acercaba hacia mí. Al mismo tiempo escuché con absoluta nitidez que alguien pronunciaba mi nombre con voz de ultratumba y entonces noté un hálito frío a la altura de mi nuca. Salí corriendo como Cenicienta del baile del príncipe, incluso perdí un zapato en la carrera, aunque en mi caso no era de cristal, y en menos de treinta segundos me encontraba en la calle, respirando agitadamente y con la mano en el pecho, como si quisiera contener de ese modo un corazón asustado que saltaba dentro de mi jersey como un conejo. Volví levemente la cabeza hacia el interior del viejo hospital y solo vi oscuridad, la misma que ya cubría las calles. Me faltaban las fuerzas para caminar y lo hice pesadamente, como si cada uno de mis pies hubiese sido soldado al suelo, casi no podía moverlos. Al llegar a casa todavía temblaba, no fui capaz de merendar, me encontraba fatal, tenía angustia y el malestar me duró más de una semana.

Nunca conté nada a nadie. No se lo dije a mis padres, tampoco a mis amigos, lo que viví en el viejo hospital es un secreto que solo a mí pertenece, y ahora a vosotros que leéis esta historia.

Hoy aquel edificio abandonado es una biblioteca muy visitada en la ciudad, con dos amplias salas de préstamo y miles de libros para el disfrute de los usuarios. Dicen algunos, medio en serio medio en broma, que allí vive un fantasma. Dicen que por las noches, cuando en la biblioteca ya no queda nadie, se oyen ruidos de pasos y gemidos. Dicen que han visto claramente una sombra pegada al cristal de una ventana y que, a veces, allí brilla una luminosidad extraña. Yo escucho todas las habladurías, pero no digo nada. Sin embargo, cada vez que acudo a la biblioteca y recorro sus pasillos, noto a la altura de mi cuello el mismo hálito frío que aquel lunes de invierno me dejó sin respiración, cuando tan solo era un niño.
 

jueves, 23 de octubre de 2014

LECTURAS PARA HALLOWEEN

Nos guste más o nos guste menos, lo que es indiscutible es que la celebración de Halloween se ha filtrado con éxito en nuestro país y constituye una de las fiestas preferidas de niños y jóvenes, a pesar de ser TERRORÍFICAAAAAA...
Alrededor del día de los muertos se mueve toda una cultura en la que no pueden faltar los libros, por supuesto de miedo. Si os apetece temblar un poquito y pasar la noche sin pegar ojo, aquí os dejo algunas recomendaciones de lectura para todas las edades.
Prelectores
1. «Qué susto». MacMillan
Un buen manual de iniciación a Halloween. A través de una serie de ventanas, los pequeños pueden descubrir en este libro fantasmas, brujas, vampiros y demás habitantes de la casa encantada.
A partir de 3 años
2. «Teo en el castillo del Terror». Foreing Rights
El popular personaje infantil pasa una divertida tarde en el castillo del terror de un parque de atracciones, entre fantasmas, brujas, dragones, monstruos... Al final, la tradicional guía didáctica.
A partir de 7 años
3. «Gerónimo Stilton. El extraño caso de la noche de Halloween». Destino
Auténtico fenómeno editorial este ratón periodista no podía ser ajeno a esta celebración. Stilton se interna en la Noche de los Difuntos con un gran misterio: un siniestro personaje se apodera de Ratonia. Además, el libro cuenta con una práctica guía para organizar una fiesta de miedo.
4.«La maldición de las brujas». Colección Los Niños Extraordinarios. MacMillan.
Cuenta el extraño caso que ocurrió en la Ciudad de las Casas con Forma de Frutas. Los niños y los bebés comenzaron a envejecer de forma extraña. ¿Tendrán algo que ver las tres brujas que acaban de abrir una perfumería para los pequeños? Este es el tercer título de la colección, que se desarrolla con Brujas como protagonistas y que ensalza valores como el compañerismo.
A partir de 8 años
5. «Frankestein». Mari Shelley. Touch of Classic
Se trata de la nueva entrega de literatura clásica adaptada para niños y en iPad. A través de la universal historia, el lector encuentra multitud de oportunidades para interactuar con elementos y personajes de las diferentes escenas así como acertijos, puzzles y juegos por completar. También se puede elegir idioma (español o inglés).
A partir de 9 años
6. «Rose». Holly Webb. Molino
Rose deja el orfanato para trabajar con el reputado alquimista Sr. Fountain. Sin embargo, comienzan a pasar cosas extrañas tanto en la casa como en su propio interior. Entonces los huérfanos de Londres empiezan a desaparecer y Rose no duda en poner a prueba su talento para encontrarlos.
7. «Gazpacho de vampiro». Martín Piñol. Destino
El mundo del chef zombie es así. Aquí se mezclan los monstruos con la gastronomía, con el humor y con el misterio, con el fin de que los pequeños vayan superando sus miedos, ¡y entren en la cocina!
A partir de 12 años
8. «Drácula». Bram Stoker. Anaya
Una edición especial de la gran obra con motivo del centenario de la muerte de Bram Stoker. Cuenta con unas sobrecogedoras ilustraciones de Beatriz Martín Vidal y con prólogo de Gustavo Martín Garzo.
9. «El guardavía» y «Cuentos de lo sobrenatural». Charles Dickens. Anaya.
Relatos en los que aparecen enterradores, asesinatos, aullidos del viento descolgándose por la chimenea, parajes lúgubres y solitarios, un dedo helado que roza una petrificada espina dorsal...
A partir de 14 años
10. «El hogar de miss Peregrine para niños peculiares». Ranson Riggs.Noguer.
En este caso no se trata tanto de terror como de misterio y suspense. Pero la historia es irresistible. Ranson Riggs fue encontrando en mercadillos una colección de antiguas fotografías de niños levitando, invisibles o levantando enormes rocas. El autor se inventa esta gran historia (ha estado sesenta semanas entre los libros más vendidos del New York Times a su alrededor: en plena Segunda Guerra Mundial existió en la remota isla de Gales un orfanato muy particular...
Fuente: ABC.es Cultura

lunes, 13 de octubre de 2014

LIBROS DE OCTUBRE DEL GRUPO LEO

Ya tenemos la primera recomendación de lectura de GRUPO LEO para el mes de octubre. Se trata de la novela juvenil EL CASO DEL MANUSCRITO ROBADO, del autor Leandro Sagristà.
Sinopsis: Alguien ha robado el manuscrito de las Rimas, el poemario que Gustavo Adolfo Bécquer está a punto de publicar. Don Federico Salinas, reputado investigador privado, y su pupilo Gonzalo reciben el misterioso encargo de descubrir al ladrón. Pero este caso es diferente a cualquier otro. Para desenmascarar al culpable, deberán enfrentarse a un juego de enigmas que les llevará por algunos escenarios determinantes en la obra de Bécquer –como el monasterio de Fitero y el Monte de las Ánimas, entre otros– y les hará vivir una aventura sembrada de claves ocultas.
Toda la información en el blog del GRUPO LEO.

miércoles, 8 de octubre de 2014

PENSAR Y REÍR

Clara Ferrández Sánchez tiene 9 años y es de Crevillent (Alicante). Fue alumna de Escritura Creativa en el curso pasado, y me envía este bonito poema, creado por ella, para compartirlo con los seguidores de este blog.
Estaba sentada en su cama,
en su cama ella estaba,
pensando y riendo
sobre sus sentimientos.
No se imaginaba
que estaba sentada en su cama,
sino que en otro sitio se hallaba,
muy cansada,
escalando una montaña,
o en una aventura,
en una piscina de locura
con dos pequeños toboganes
y cuatro bien grandes,
con biquini y flotador
tostándose al sol,
o en invierno
leyendo un cuento.
Pero ella estaba
en plena primavera
hablando con cualquiera.
Ella podía imaginar,
podía hacer lo que quisiera,
y tenía la posibilidad
de hacerlo un poco realidad,
solo tenía que soñar,
reír o pensar,
y era lo que intentaba hacer,
pensando y riendo.
Creedme, lo sé muy bien,
parece que fue ayer.
Lo sé tan bien porque
ella era yo;
yo fui la que al pensar se atascó
y por eso mi sueño no se cumplió.
Clara se define como alegre y tímida. Le gusta leer, escribir, dibujar, jugar al ajedrez y estar al aire libre.
¡Ánimo, Clara! ¡Nunca dejes de escribir!